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Día 9: Sarria - Melide (74km)

La etapa de hoy, se plantea más corta que todas las que ya hemos hecho, y ya no nos quedan grandes obstáculos. Después de unas tostadas, un zumo y un café, salimos de Sarria flechados.

El camino de hoy es duro, pero divertidísimo. Un continuo sube y baja de trialeras, piedras, charcos, más trialeras y más charcos. Ha crecido de una forma brutal la afluencia de peregrinos, y todos se asombran de ver a 8 bicigrinos juntos… No sé por qué es tan raro.



Tardamos más de lo esperando en llegar a Porto Marín, un pueblo que fue inundado por un estanque, y que se desplazaron a la montaña de al lado. La iglesia del pueblo, con un rosetón enorme, la reconstruyeron piedra por piedra, desmontándola de la ubicación anterior y poniéndola en su actual ubicación. Paramos al lado de la iglesia y desayunamos una empanada de carne buenísima. Bueno, nos supera la gula y la tranquilidad, y desayunamos dos trozos de empanada regados con una cervecita… Ya no nos asustan ni los cortes de digestión.



El camino sigue por sube y baja, un montón de aldeas… en una de ellas nos cruzamos con un grupo de vacas, vemos caballos, bosques de eucalipto… vale la pena hacer 600 km para acabar pasando por aquí. Me resultó curioso que en una aldea, una mujer me ofreciera calabazas (como si no me las ganara yo solo un finde cualquiera…).

En Palas de Rei, nos volvemos a juntar todos y nos hacemos un menú del peregrino casi sin hambre. Hoy nos estamos hartando!! Menos mal que quemamos todo y más.

Después de comer, con muchísima pereza, partimos con destino Melide. El camino es espectacular, se cruza por un tramo de bosque increíblemente verde, con unos árboles espectaculares, y el camino va desierto. Generalmente, los peregrinos de a pie paran al medio día en su destino…



Llegamos a Melide cerca de las 18’00 de la tarde, y nos alojamos en el albergue municipal. Este consiste en un polideportivo grandísimo con unos barracones con duchas y literas… Pero bueno, la próxima noche, si todo va bien, dormimos en Santiago…




En Melide, vamos a tomar unas cervezas en un sitio dónde te la sirven directamente del barril. Me encanta la estrella Galicia, sobretodo esta, que directamente del camión cisterna va a una especie de barril gigante de dónde te la sirven directamente…

Y para rematar, vamos a cenar a una pulpería a cenar el mejor pulpo que he comido nunca… regado con unos cuencos de vino turbio riquísimo. Se nota que falta poco, porque todos los peregrinos que hay en el bar la están liando parda… Aquí nos reencontramos de nuevo con Paco y César, y se unen a la mesa.




A las 10 menos algo, nos toca ir casi corriendo al albergue, dónde llegamos justo cuando están cerrando…

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