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Día 6: León – Rabanal del Camino (72 km)

Hoy madrugamos más de la cuenta para desayunar, pero está lleno y decidimos salir antes de las 7 de la mañana. Tenemos hasta que poner las pocas luces que llevamos en la bici. La salida de León nos cuesta encontrarla, y le añade emoción esquivar a los equipos de limpieza y la gente que se recoge de fiesta…


Desayunamos en el único bar que hay abierto a esas horas dónde nos encontramos con Alfredo y Juanky.


La etapa de hoy se presenta mucho más corta que el día anterior, aunque con algunas cuestas, y algo mucho peor y que no temíamos, el viento…


El camino hasta Astorga es bastante llevadero, sigue mucho tramo paralelo a la carretera, por lo que optamos por carretera, y se hace bastante rápido. Mucho sube y baja, mucho más verde que las etapas anteriores. Se nota que entramos en tramos montañosos y que Galicia está más cerca…




 A las 11 de la mañana nos plantamos en Astorga. Decidimos parar en la playa del ayuntamiento a repostar, un pedazo de bocadillo de lomo adobado que no se lo salta un torero. En la plaza nos encontramos con el primer castigo de Dios. Mi segundo pinchazo. Después, desayunando, nos damos cuenta de que Rubén también tiene su rueda de atrás pinchada… y le toca cambiarla bajo estricta supervisión…







Allí parados, nos alcanza Ricardo de Madrid y se une al desayuno, y a la ruta. Astorga es una ciudad con una catedral, y un palacio de Gaudí, alucinantes. La gente parece muy amable y abierta, se notan que están acostumbrados a ver peregrinos, aunque siempre sorprende a la gente los que van en bici.



Solo nos quedan 24 kilómetros para llegar a Rabanal, donde pretendemos hacer noche para quedarnos solo a 8 km de la Cruz de Ferro, el punto más alto del camino de Santiago.

Estos kilómetros son de un sube y baja criminal, el viento nos pega muy fuerte en la cara y hay que dar pedales para avanzar cuesta abajo. Además, gires a la dirección que gires, el viento siempre te viene en contra. Un señor nos dice que eso es el viento del Bierzo…

Sobre las 15’00 de la tarde llegamos a Rabanal del Camino, y nos vamos al albergue el Pilar. Para mí, el mejor de todos los que me he encontrado en el camino. Tiene un encanto especial, las hospitaleras son las más majas que hemos encontrado, tienen una empanadilla de carne riquísima, y el pueblo es diminuto pero es una pasada.



La tarde se presenta relajada, paseo y aprovisionamiento, fotos, muchas risas… y a medida que va pasando la tarde nos vamos encontrando con ciclistas que van llegando: los valencianos, Alfredo y Juanky, César y Paco…



Para cenar, menú del peregrino, de primero ensalada de pasta y de segundo lenguado (dos lenguados grandísimos), vino y de postre, arroz con leche. Otra vez 9€ que me saben mal pagar (y no porque sea caro, precisamente…)



El frío aprieta mucho, por lo que nos metemos en una sala del albergue con chimenea a charlar con el resto de bicigrinos. Muchas risas, y pronto a dormir, que mañana amanece frío, amenaza nieve y toca conquistar la cruz de Ferro…

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