Hoy salgo más temprano, y el día amanece más frío. Salgo sin desayunar, que las ganas de enfrentarme a los montes de oca y de llegar a Burgos me superan.
El camino es muy llevadero, caminos de pistas fáciles, sube y bajas ligeros y una geografía bastante plana. El único percance que tuve fue que antes de cruzar un puente, me desvié, y tardé 2’5 km en darme cuenta… por lo que hice 5 kilómetros entre ida y vuelta “gratis”.
La única dificultad del día parecía ser que era la subida a los montes de oca… En el perfil de la etapa parecía mucho más fácil, pero a la primera cuesta hay que poner pie a tierra. Un camino diminuto y de piedra resbaladiza hace imposible subir…
Es impresionante en los montes de oca, el silencio y la soledad que se respira, ya que apenas me crucé con algún peregrino, y el aspecto de todos los árboles secos le da un aspecto un tanto lúgubre. El paseo se hizo más pesado de la cuenta. Y así sigue hasta el monasterio de San Juan de Órtega.
Después, el camino parece plano pero tiene una ligera cuesta abajo que hace que avances kilómetros con muchísima facilidad. Así es hasta Agés, alguna cuesta arriba, y todo el camino por pista y cuesta abajo.
Siguiendo por la nacional se llega a Atapuerca. Y aquí una de las sorpresas del día. La subida de después de Atapuerca es horrible, empinadísima, el cansancio aprieta y una soledad pasmosa. Camino de piedras y más piedras, en la que es más fácil tener un pinchazo que subir empujando la bici… Una vez arriba, hay un montón de círculos de piedras (por lo visto muy antiguos) que le dan un aspecto un tanto esotérico, y que a mí me da bastante mal rollo…
Una vez arriba, el resto de la etapa hasta Burgos es por pistas de tierra llana y cuesta abajo…
La entrada a Burgos te obliga a pasar por un polígono industrial, y después por la periferia de Burgos. A pesar de estar hecho polvo, me obligo a dar pedales porque el barrio no parece demasiado amigable…
Una vez que llego al centro del casco antiguo, donde está la catedral, justo detrás encuentro el nuevo albergue municipal. Es grandísimo, tiene 5 plantas, está muy limpio y el coste por pasar la noche 3€…
Al entrar, veo que tiene un parking de bicis, y encuentro las bicis de Rubén y de Andi, el gallego y el alemán que encontré el primer día… Les dejo una nota en las alforjas para juntarnos a tomar algo.
Después de comer otro menú del peregrino (el mejor hasta la fecha), raviolis, un pollo riquísimo, regado con una cerveza y de poster un arroz con leche… me dedico a buscar una tienda de bicis y a pasear por el paseo del río, la catedral, el casco antiguo…
A la hora acordada, quedo con Ruben y Andi, que vienen con una pareja de Nueva Zelanda (yo no sabía que la fama del camino llegaba a la otra punta de mundo) y nos juntamos para cenar otro menú del peregrino. Esta vez toca ensalada y lenguado, regado de vino de mesa y un helado de postre. (Lo de estar 8 horas encima de la bici tiene como ventaja que puedes comer y beber tanto como quieras sin miedo a coger quilos de más..). Acabamos alargando para hacer unas cañas, pero a las 10, como está mandado en los albergues, a dormir.
Con Andi y Rubén quedamos en que saldremos juntos por la mañana a hacer la ruta en bici… a ver si les sigo el ritmo.
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