Queremos a nuestra padre y a nuestra madre. Queremos a nuestros hermanos, si disponemos de ellos. Queremos a nuestros amigos.
Queremos a la versión mejorada de nuestras parejas. Queremos novi@s y amantes. Queremos que nos llenen. Queremos huir de mi amante.
Queremos cuerpazos y modelazos que alimenten nuestra autoestima. Queremos querernos más, para que nos quieran (follar) más.
Queremos días especiales. Queremos regalos especiales. Queremos ropajes especiales. Queremos sentirnos especiales. Incluso serlo.
Queremos gambas, trufas, nata, vino y cava. Queremos condones Bjursta y sonreir como en el anuncio erótico de la gran tienda de muebles sueca.
Queremos salud y vida eterna.
Queremos que nos den hipotecas, y poder pagarlas. Queremos alargarla para el coche de tus sueños y el sofá de piel blanca que no compraremos en la gran tienda de muebles sueca.
Queremos San Valentín, el día del padre y de la madre, el vestido de Nochevieja y los regalos de Navidad.
Queremos más tiempo libre. Queremos poder gastarlo en todas esas cosas que queremos hacer. Queremos cine, teatro, fútbol, atraparnos en series de TV, hobbies, música, libros y videojuegos. Queremos rebajas de invierno, segundas rebajas de verano y terceras del solsticio de primavera.
Queremos viajes. Queremos conocer muchísima gente interesante. Queremos que nuestros ojos brillen en el reflejo de nuestra compacta para hacer la copia número 100 mil de una postal, con el añadido de nuestra cara. Queremos sentirnos libres.
Pero sobre todo, queremos conocer la efímera felicidad.
¿Cuántas cosas quieres?
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¿Cuántas necesitas?
Feliz día del querer
P.D.: esta noche, mi amante, Soledad, dice que estará muy triste. No lleva bien que tenga una relación más o menos estable y que tengamos que empezar a dejar de vernos, a pesar de que sigamos derrochando pasión.
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